Escuche claramente la puerta azotar.
– ¡No azotes la puerta JR! – dijo la mamá del niño en cuestión.
– No mamá – respondió el con el típico tono infantil que indica que es la ocasión millón dos que escucha esto.
Pocos segundos después, ahí estaba abrazado de mi cintura impidiendo que terminara de guardar los platos.–¡Hola Tía!
– ¡Hola sobrino cabeza de papa!
Me sonrío. Siempre lo saludaba con un nombre diferente. Era divertido ver sus reacciones.
–Te prometo que no me tardo – me dijo mi amiga – , dos horas cuando mucho.
–No seas ridícula, primero salúdame y luego te vas. Aquí JR y yo vamos a comer mucha nieve y dulces. No me hago responsable de lo que pase cuando estés sola con él.
–La última vez, tarde tres horas en dormirlo. No le des tanta azúcar. – Me miro y luego suspiro. Sabía que estaba hablando a la pared. – Me apresuraré aún más.
–Vete tranquila. –El sobrino me miró, entrando en la conspiración.
–Si mamá, vete tranquila.
Mi amiga salió derrotada. Ya sabía que íbamos a comer porquerías y le iba a contar historias hasta que regresara por él. Desde la primera vez que me toco cuidarlo, lo comencé a echar a perder. No se puede asombrar, se lo advertí.
Preparamos entre los dos una montaña de palomitas, un tazón de lunetas, un tazón de nieve y JR le puso chocolate y caramelo y nieve batida, logre convencerlo de ponerle un poco de plátano. Y decidió, que aparte quería un gran vaso de refresco y otro de agua. Y yo, veía el coma diabético en la mesita de centro de la sala. Así que solo me puse un poco de nieve y un gran vaso de agua con hielos. Lo invite a que escogiera una película de las miles de películas infantiles que tenía a la mano. Siempre lo ponía de pretexto cuando compraba una, pero ya todos mis amigos sabían que las compraba para mí. Pero me sorprendió lo que me dijo:
–Mejor cuéntame una de tus historias.
Niño mugroso. Puso su cara de perrito bebe. Pobres de las niñas cuando crezca. Así no le puedo negar las historias.
–¿Ya te conté de la vez que tu mamá y yo fuimos al espacio a rescatar una raza de perros espaciales?
–Ya
–¿Y de la vez que tu mamá y yo fuimos guarda espaldas de una boyband?
–Ewwww, ya.
–¿De la vez que le dimos la vuelta al mundo en 80 días?
–Yap. – dijo el niño acentuando la p.
–Ay niño cara de papa, ya te he contado muchas historias. ¿Qué tal la de cuando fuimos espías de la CIA?, ¿o cuando el presidente nos llamó para que lo ayudáramos a derrotar un grupo de narcos? ¿o de cuando trabajamos un caso súper secreto con el FBI?
–Ya, ya y ya.
–No debes contar nada del último. Nada, a nadie. – trate de mirarlo con los ojos más amenazantes que pude encontrar en mi repertorio.- ¿Y de la vez que nos convertimos en guerreras mágicas y tuvimos que ir a rescatar un príncipe?
–¿De verdad fueron a rescatar un príncipe? –¡Bingo!, pensé.- Supongo que esa aventura no te la sabes.
–Los príncipes siempre son los que rescatan. – me dijo el en toda su sabiduría de 5 años de vida.
–No mi pequeño sobrino pollo. A veces, también necesitan ser rescatados. Pero si no quieres saber, te puedo contar la historia de cuando fuimos a un súper mercado –
–No, ¡no! La del príncipe. –interrumpio JR emocionado.
–Bien, bueno. Ya sabes entonces, lo que hay que hacer.
–El príncipe se llama JR. Y mi mamá se va a llamar Annie, y tú te vas a llamar Sophie.
–Ok, necesito el nombre de un hombre malo y el de un animal parlante. – le dije al niño. Se quedó pensando un poco.
–El malo es Antonio, y el animal, ¿puede ser un búho?
–Si, ¿por qué no?
–Entonces que se llame Humberto, Humby.
–¿Humby el búho?, Ok, está bien.
JR se acomodó en el sofá y tomo su tazón de helado. Me miro con sus ojos atentos. Ni tenía idea de donde iba a parar este cuento, pero como en todas las historias de chicas mágicas había que comenzar por cómo se obtuvieron los poderes.
Así pues comencé a narrarle las aventuras de Annie y Sophie, que en una escapada de la escuela se toparon con un Búho que las regaño por salirse. Muy quitadas de la pena, las chicas ignoraron al búho hasta que, no pudieron hacerlo más. El animal volador las acosaba a todas horas del dia, con su mirada que reprochaba sus acciones malas. Pronto las chicas pasaron del susto y miedo a la curiosidad y por fin el animal les concedió sus poderes mágicos.
Con ellos, lograban detener el tiempo y viajar a otra realidad, donde eran unas famosas y hábiles guerreras. Lo que hizo que el sobrino soltara grandes carcajadas porque sabía que su madre y su tía no eran muy buenas en el departamento de las proezas físicas. A lo cual le respondí que éramos guerreras mágicas. Y pareció ser explicación suficiente.
En aquel mundo Humby, era el Gran Humberto heredero de los secretos mágicos y les encomendó a las chicas el rescate del joven príncipe JR. Quien había sido secuestrado por el malvado Antonio, que pretendía educarlo como un tirano para poder manipular los destinos del reino. JR no podía ni quería escapar puesto que estaba bajo un hechizo mágico de obediencia. Y por eso requería de la ayuda de las chicas.
Pronto, el sobrino comenzó a cooperar con algunas aventuras para Annie y Sophie, con poderes mágicos y soluciones a los enredos. Ni cuenta nos dimos cuando su mamá llego a la casa a escuchar el final de la historia. En donde Antonio el Oscuro estaba peleando con Sophie, mientras que Annie corría a romper el hechizo. Pronto el malvado Conquistador de Mundos desarmo a Sophie y estaba a punto de atacar a Annie cuando JR lo desarmo por sorpresa. Sophie aprovechó el momento para lanzarle un hechizo que lo dejo inmóvil. Todos regresaron a su vida normal.
–Es hora de irnos Príncipe JR.
–¿Tan rápido? Otra historia y ya.
–No, recoge tus trastes y nos vamos.
El niño decepcionado comenzó a levantar sus tazones.
–Deberías de dejar de inventarte estos cuentos. Luego se los cree.
–¡Por favor! Mi aventura preferida es la de las guarda espaldas.
–Esa en especial me metió en problemas con mi marido. –dijo mi amiga.
–Ay, qué. Ni aguanta nada. Él nos conoció cuando éramos libres y locas.
–Sí, pero no sabía que tan libres éramos. Locas seguimos siendo.
–Ya pues, no le contare más historias basadas en hechos reales.
–Todas tus historias están basadas en hechos reales….
Me dieron un beso de despedida cada uno de mis visitantes, y luego desaparecieron para seguir con su día. Y yo regrese a guardar los trastes de la cocina.