Sesenta y un días, eso dicen los expertos. Con sesenta y un días de hacer algo repetitivamente se forma el hábito. Yo llevo seis, no siete y ya me estoy acostumbrando. Gracias a este arreglo tengo un montón de tiempo para trabajar y prepararme para las reuniones. Es muy fácil tomar recados para el. A excepción de los de su editor, siempre hablaba como un patán. Lucia marcaba un día sí y un día no, con información sobre la casa y detalles sobre el sobrino de Lucas. Al parecer el escritor prometió estar al tanto de un concurso al que se inscribió el pequeño. Varias veces ofrecí darle el número de mi Arwen para que trataran eso entre ellos. Pero al parecer Lucas encontró la manera de mandarle vídeos por correo al pequeño ideando una historia sobre qué estaba trabajando como agente secreto y lo mantenía bajo vigilancia. Anotar mensajes de su tour por Europa y detalles de entrevistas era fácil. La verdad es que hace dos días no me resistí y lo googlee. Me topé con su página de autor, bastante sencilla. Podría diseñarle algo mejor y más interactivo. Noté que escribe una o dos novelas de acción al año, hay todo un escándalo sobre su última historia en la que por fin el mujeriego espía de una de sus series encuentra a la horma de su zapato. Y después descubrí que Lucas usa un seudónimo para escribir novela romántica. Si he leído su trabajo, me gusta mucho. Pero eso no se lo voy a decir.
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