No es típico de mi estar en esta obscuridad. Soy más de las que prefieren la luz, el día. Me siento más cómoda cuando no hay sombras a mi alrededor y veo con claridad a las personas y a los objetos. Pero aquí estoy, al borde de la luz, sumergiéndome en la noche. No sé que pienso alcanzar, pero aquí observando las estrellas nacer, me siento mejor. Un café caliente en una mano y la maldita postal en la otra. Esa es mi compañía. Un hermoso atardecer en una playa se burla de mi, no tiene nada de espectacular hay miles de postales como esa, pero lo que la hace maldita es que es tuya. Y solo contiene una palabra en toda la inmensidad de su espacio: ven.
Como siempre mis pensamientos no tienen orden, tratare por cronología: Nos conocimos en un sitio de amigos por correo. Los dos estamos terriblemente enamorados del hecho de recibir correo de la manera tradicional. Yo quería practicar mi inglés y tu el español. No supe en que momento comenzaste a ser la persona mas importante del mundo. Pero ahora lo eres, y nunca hemos compartido fotos, ni correos electrónicos; hemos compartido puras tonterías, que si el perro del vecino es muy molesto, que si subieron el precio de la gasolina, que si el viento tiro las macetas de la pared, o como es que mi vecino molesto toca la batería hasta las 3 de la mañana. Nada importante, o profundo como: que tipo de personas somos, que intereses profesionales tenemos, como es tu familia, que color te gusta… Pero tus palabras, ah, tus palabras… Me encanta la manera en la que seleccionas tus adjetivos y esa elaborada metodología en la que conviertes un desastre laboral, como trabajar el fin de semana, en una aventura épica en la que se enfrentan tu jefe y tu. Creo que eso fue. A mi me gusta leer historias, a ti te gusta contarlas. Y todo marchaba bien. Todo hasta esto.
¿Habrás cerrado tus ojos después de escribir esta palabra? ¿Cómo tratando de imprimirle fuerza para que yo acceda? ¿Para qué quieres que vaya? ¿Realmente me quieres conocer? O, ¿qué quieres de mi? OK, OK, en tus ultimas cartas hay algunos comentarios sobre romper nuestras reglas de trivialidades y hablar de las diferencias entre un peso y un penny. A veces siento que piensas que no vivimos en la era digital y que jamás he visto un dólar en la vida. Pero te equivocas, solo que no te lo digo. Ahora que estas de vacaciones en Hawai, pobre de ti, te decides a mandarme esto. Y la caja de cartón que llego ayer. No la he querido abrir. La verdad tengo miedo que sea el boleto de avión. Lo que es una verdadera tontería, porque no lo mandarías en una caja de cartón… Espero que no sea comida. Demonios, ahora tengo que ir a asegurarme de que no sea comida. Aviento la postal en la guantera del vehículo, y tiro mi vaso de café en el bote de basura más cercano. Que bonitas estrellas, me gustaría compartirlas contigo…
De acuerdo, de acuerdo. Entiendo el mensaje, de verdad que lo entiendo, ¿pero no es esto tonto? O, ¿rápido?, ¿o peligroso? Tanto tiempo soñando con algo mágico y aquí lo tengo enfrente y no lo quiero creer. No quiero creer que me llames, que me escojas, que me quieras cerca aun sabiendo que odio las fiestas y que no me baño los domingos. Sin embargo no hay nada mas claro que esto: ven.
Iré.