¿Cuántos días para crear un hábito?

Sesenta y un días, eso dicen los expertos. Con sesenta y un días de hacer algo repetitivamente se forma el hábito. Yo llevo seis, no siete y ya me estoy acostumbrando. Gracias a este arreglo tengo un montón de tiempo para trabajar y prepararme para las reuniones. Es muy fácil tomar recados para el. A excepción de los de su editor, siempre hablaba como un patán. Lucia marcaba un día sí y un día no, con información sobre la casa y detalles sobre el sobrino de Lucas. Al parecer el escritor prometió estar al tanto de un concurso al que se inscribió el pequeño. Varias veces ofrecí darle el número de mi Arwen para que trataran eso entre ellos. Pero al parecer Lucas encontró la manera de mandarle vídeos por correo al pequeño ideando una historia sobre qué estaba trabajando como agente secreto y lo mantenía bajo vigilancia. Anotar mensajes de su tour por Europa y detalles de entrevistas era fácil. La verdad es que hace dos días no me resistí y lo googlee. Me topé con su página de autor, bastante sencilla. Podría diseñarle algo mejor y más interactivo. Noté que escribe una o dos novelas de acción al año, hay todo un escándalo sobre su última historia en la que por fin el mujeriego espía de una de sus series encuentra a la horma de su zapato. Y después descubrí que Lucas usa un seudónimo para escribir novela romántica. Si he leído su trabajo, me gusta mucho. Pero eso no se lo voy a decir.

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Desconexión

— Claro que no señor Hernández, Mireya está atendiendo todos sus requerimientos personalmente. Usted sabe que eso no es común, se le esta dando preferencia.
— Pero no toma mis llamadas, Ana.
— Está en un viaje de promoción, estoy segura que si le escribes por correo tendrías mejor suerte.
— Prefiero hablar.
— Señor Hernández, así no puedo ayudarle. Se le está atendiendo lo mejor posible. Si requiere llamar puede dejar el recado con Lucas o conmigo.
— ¿Cuánto tiempo durará este desastre?
— Aproximadamente un mes, tal vez un poco menos —respondí— o más… —dije mas quedo.
— Esta bien, pero si no me atienden me iré a otro lado con mis negocios.
— Lo que sea mejor para su empresa señor Hernández. Nosotros comprendemos.

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Un poco personal

— ¿Podemos seguir con este acuerdo un par de días más? —la línea se quedo en silencio un tiempo más.
— Esta bien, pero solo 48 horas mas—. Le digo, simplemente para aparentar que no estoy muy de acuerdo.
— Gracias, y no te olvides de llamarle a Lucia, no es bueno dejar esperando a una chica.
— Lucia es mi hermana, puede aguantarse… ¿bueno? ¡Me colgó!

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Otras 48 horas

Cinco llamadas. Solamente cinco llamadas. Una de un asco de ser humano que le hizo correcciones a algo. Dos recados de dos diferentes revistas, otra con el itinerario de su visita a Madrid y por último, una de una joven. Me pareció que se oía joven la muchacha. Lo más curioso es que todos estaban muy agradecidos de que Lucas tuviera una asistente personal. La verdad, no sabía si ofenderme o no, y como no tenía ganas de discutir con desconocidos los dejé que pensaran lo que quisieran. Después de todo este acuerdo iba a durar muy poco tiempo.

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Ludita

—¿Por qué tienes esa cara de idiota?
—Así me veo cada que pienso en tu mamá.
—Eres un pendejo. ¿Dónde está mi avance?
—Aquí. —Le enseño el teléfono.
—¿De cuando acá tan tecnológico? Si a ti te caga la tecnología.
—Juan Pablo, no me dio tiempo de imprimir.
—Ah, fuiste la peda que te dije. Muy bien cabrón. Seguro te conseguiste una /amiguita/.
—Wey, neta, tú eres el pendejo.
—Tu empezaste, y nunca me respondiste porque la cara de idiota y dónde está mi avance.
—Si necesitas saber, pinche metiche, si fui a tu fiestecita y me quede dormido. Mi hermana, que pasó a recogerme… Muchas gracias por mandarme el carro solo a dejarme…
—No Mamés, ya puedes pedir un carrito.
—¡No es el punto! En todo caso, mi hermana pasó por mi me llevo a su casa, con mi sobrino enfermo. No dormí mucho y me quede dormido hasta que ella me habló.
—¿Ella?
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