El dinosaurio. Lee El dinosaurio de Augusto Monterroso (“Y cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí”) y crea un texto que interprete el cuento.
El famosísimo micro cuento de El Dinosaurio. Se me hace tan difícil escribir micro cuento, lo bueno es que la dinámica se basa en que lo alargue. Así que ahí les va.
Un Alcazetzer, es todo lo que me hace falta para dormir. Siempre prometo lo mismo, no mas tacos bañados de salsa borracha antes de dormir. Pero como diría mi novia, mis promesas son puras palabras vacías. Sin embargo, esta vez lo prometo con un poco mas de convicción que antes. Me quito los zapatos, y la camisa; me pongo mi pantalón para dormir y caigo sobre la cama. Caigo y caigo, no se por cuanto tiempo, al despertar hay toda una selva a mi alrededor.
Plantas que ni conozco, me arde la panza. Tal vez si camino un poco y tomo agua. He tomado agua de lugares poco recomendables y nunca me ha pasado nada. Camino descalzo por la selva hasta que llego a un riachuelo. Este lugar es tan extraño, si sé que es una selva, pero no ubico una sola planta, nada me parece familiar. Y mira que mi mamá me enseño sobre todas las plantas y cuales comer y no comer. Ella era así, de saber que comer si uno se perdía. Pero estas plantas de hojas gigantes, nada. Me siento como una hormiga. Que importa, lo que importa es el ardor. Y el agua que está aquí cerca. Fresquita.
Se ve bien, no se ven bichos y dudo que sobrevivan en la acides que traigo en mi estomago. Definitivamente no mas salsa. O bueno, mejor cambiamos a la normal. ¿Qué es eso?, ¿un temblor? Na, no tiembla en la selva. ¿O sí? De nuevo. Son mini temblores…No. Son pasos. Me escondo debajo de una hoja gigante. ¡No es posible! Un dinosaurio se acerca al rio a tomar agua. Definitivamente, no más tacos antes de dormir. Estos sueños se ponen feos.
Trato de salir de ahí, pero típico. Piso una rama, y el animal se percata de mi presencia. Comienza la persecución, no creo poder correr más rápido que el. Me alcanzara y me comerá, y le sabré delicioso. Salado por fuera y picoso por dentro. No, no. Si puedo correr, más rápido y más. Cruzo la selva como un rayo, brinco entre matorrales y arboles gigantes. Una vuelta por aquí, un tropezón por allá, lo estoy logrando. Si. De pronto, una vuelta y salgo a la ciudad. ¿A la ciudad? Sigo corriendo por caminos conocidos. Si llego a mi casa, tal vez me despierte, y todo se terminará. Con esa esperanza corro, hasta llegar a mi edificio, con el dinosaurio pisándome los talones. Entro y cierro la puerta, se escucha su respiración afuera de la puerta, y se mueve, buscando como entrar. Con más calma llego a mi depa, a mi cama y me tapo.
Maldita acidez, no aguanto más. Creo que es tiempo de tomar leche. Mi cuerpo reniega, pero es tiempo de levantarse. Me duele todo de la persecución per por fin abro los ojos y cuando desperté el dinosaurio todavía estaba ahí, afuera de mi ventana. Esperándome.