Siento que… siento que solo sabemos pelear. Herirnos. Siento que no te das cuenta como te veo. Siento que no te pasa por la mente que hay alguien que te ama justo al lado tuyo. Creo que te encanta llevarme la contra y se que encuentras pretextos estúpidos para verme, para encontrarnos por casualidad. Pero no siento que sea porque te intereso. Siento que es porque te gusta torturarme. Por desgracia hay algo de lo que yo estoy segura: soy una cobarde.
Creo que al rededor de nosotros todos lo saben. Incluso la gente nueva que llega a conocernos lo piensa. Que hay algo más entre nosotros que una amistad. Que somos más que conocidos. ¿Será que ya no lo puedo contener dentro de mi? A veces, cuando no te comportas como un idiota, como un odioso o prepotente; me haces pensar que si te puedo interesar. A veces, muy pocas veces. Luego, hay veces cuando me gritas porque crees que me voy a lastimar, o cuando me regañas porque hago algo que consideras indebido. Y en muchas ocasiones, lo hago para molestarte, para llamar tu atención. Pero, ya no sé.
Ya no sé si deba seguir aquí, así, queriéndote sin decírtelo. Conformándome con tu presencia, con tu cercanía, con tus palabras rudas, hirientes. No creo que sea sano, porque las busco; las provoco. Siento que es la única manera en la que me prestas atención. Y a pesar de todo lo que siento por ti, hay una pelea en mi cabeza. Entre el respeto que debo tenerme a mi misma y exigirte, y mi cobardía al no querer averiguar si me quieres lo mismo que yo a ti; a dejar este estira y afloje en el que, al parecer, estamos tan cómodos. En mi cabeza, todo en mi cabeza; porque mi corazón, el ya tomo una decisión.
No sé, ya no sé. Lo único que sé, es que estamos aquí sentados después de pelear de nuevo por una tontería. En silencio, y el único que grita es mi corazón diciendo que te ama.