En el colectivo mental de los autores de Silma, los personajes viven dentro de un complejo mientras no están ocupados trabajando en sus libros. Este complejo se conoce como Cuartel Silma, en el que hay facilidades como de club campestre y cada uno de los personajes cuenta con una habitación personal. Excepto si deciden compartir con alguien, como Emy que comparte cuarto con Andrea.
En este complejo, los personajes de las distintas historias de Silma interactúan entre ellos. A través de estas situaciones, se ha revelado que Emy tiene un carácter bromista. Todos han desarrollado, o están desarrollando un sexto sentido para detectar cuándo serán atacados por una broma del hada.
Emy, el hada se ha vuelto famosa por hacer bromas a sus compañeros en el Cuartel o, por generar situaciones vergonzosas para algunos y divertidas para el resto. Se sabe también de su poder de convencimiento, así que en más de una ocasión ha arrastrado en sus planes a otros personajes para al final reír a carcajadas y/o ganarse el enojo de otros inquilinos.
La verdad es que Emy se aburre fácilmente y pensar en bromas adecuadas para sus compañeros la reta lo suficiente para pasar el tiempo. Las siguientes aventuras han ocurrido durante el lapso que tienen de conocerse algunos de los personajes.
Los huevos
Desde que Ella llego al cuartel mejoro la vida de todos allí. Antes, se turnaban todos para cocinar y aunque había buenos resultados, en ocasiones terminaban ordenando comida a domicilio. Pero desde que se descubrió que Ella estaba dispuesta a hacer de la cocina su rincón preferido todos vivieron mucho más felices.
La joven amaba complacer los gustos de los diferentes amigos en el cuartel y procuraba rotar las complacencias entre ellos. Mantenía su cocina limpia y sus productos frescos.Emy había notado que Ella era amante de todas las creaturas y aún y cuando cocinaba productos animales, procuraba que todo se tratara con respeto y el mayor cariño posible. Después de todo era la única que hablaba con el Señor. El hada le tenia un poco de miedo para ser honestos. Procuraba no acercarse a él, pero Ella siempre le llevaba de comer y le atendía en lo necesario para mantener la convivencia en el cuartel.
Con esta información en la mente, el hada comenzó a tener curiosidad sobre qué pasaría si alguno de los ingredientes de Ella de pronto no pudiera ser cocinado, y comenzó a pensar que podría hacer al respecto.
Un par de semanas después, Emy volaba presurosa por el cuartel recogiendo plumones de colores. Estaba sentada en una mesa del comedor, dibujando sobre hojas de papel.
– Me da miedo cuando estás tan ocupada -comentó Andrea al verla.
– Que no te de miedo nada -respondió el hada.
– Un día de estos te van a dar una cucharada de tu propia medicina.
– Me gustaría verlos tratar. Pero tu calmada, aparte, solo estoy dibujando caritas. -El hada tomó la hoja y le mostró a Polaris lo que estaba haciendo.- Ves, nada malicioso.
Andrea no estaba del todo segura de la inocencia de esta actividad. Pero decidió confiar en el hada. Así que cambió de tema:
– ¿Ya sabes qué pedirás de desayunar mañana? Es tu turno.
– Sí, omelette español.
– Órale, que buena opción. Bueno, te dejo con tus dibujos.
Para alivio de Andrea, el día transcurrió sin eventos relevantes. Después de la cena todos se retiraron a dormir. Excepto Emy, quien velozmente voló a la cocina y se metió al refrigerador. Una vez adentro y envuelta en su pequeño abrigo de hada, se dedicó a pintar caritas tiernas en cada uno de los huevos destinados al omelette del día siguiente. Una vez terminada su obra maestra se retiró a dormir.
A la mañana siguiente, todo el cuartel se despertó al grito de: “¡Emy, ven para acá inmediatamente!” Obviamente todos los habitantes del cuartel corrieron a ver qué era lo que le había hecho el hada a Ella.
Ahí estaba la joven, sin poder quebrar ningún huevo porque todos tenían ojitos y mejillitas, y boquitas…
– ¿Me podrías indicar cómo vamos a proceder? -demandó Ella.
– Pues, hay que romper unos huevos para hacer el omelette.
– ¡No puedo romperlos si me están viendo!
El hada soltó una risilla. El resto del cuartel no estaba muy complacido ya que comenzaban a tener hambre.
– Hada de pacotilla, muévete -dijo Nikolai.- Algunos de nosotros tenemos hambre. -y comenzó a quebrar los huevos para el desayuno.
Ella rápidamente tomó uno de la canasta y lo guardó en su delantal.
Todavía lo tiene en su cuarto en una cunita de pañuelos desechables.
Muchas gracias a Yolanda Chapa por dejarme jugar con sus personajes. Ella es la protagonista de su novela Generaciones Demoniacas.
Mis queridos dos, regáleme un comentario al final. Los extrañaba.
Aww, no me canso de ver cómo se comportan todos :3
Gracias por usar a Ella.
Me encanto la travesura, y la única que hubiera podido encontrar esto adorable era Ella, gracias por prestarme el personaje.